Mujeres destinan 25 horas más a la semana a labores domésticas que hombres; se debe reconocer este trabajo como actividad económica y social

Por: Celia Reyna
Este 22 de julio se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, mismo que fue declarado como tal durante el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLC) que se llevó a cabo en 1983.
Esta conmemoración coloca en el ámbito público el reconocimiento del trabajo al interior de los hogares, tanto remunerado como no remunerado y sus aportaciones económicas y sociales a los países, así como la desigualdad en el acceso a derechos, que afecta principalmente a las mujeres debido a la subvaloración de este trabajo.
A pesar de que el trabajo doméstico no remunerado se realiza dentro de la vida familiar, y responde acuerdos y dinámicas que se establecen entre quienes la comparten, éste es altamente feminizado, pues se considera que lo deben hacer mujeres, niñas y adolescentes.
Estamos frente a un problema que se nos ha heredado, la perpetuación de los roles de género designa tareas de cuidado y domésticas exclusiva o mayoritariamente a las mujeres.
Esto impacta directamente en el desarrollo personal de la mujer, pues en lugar de usar su tiempo en sus proyectos, estudio, pasatiempos o lo que ella considera importante, se destina a la atención de la colectividad, es decir, labores de limpieza o cuidados para los demás, en su mayoría hombres.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante 2018 las mujeres destinaron 25 horas más a la semana que los hombres a las labores domésticas y de cuidados.
Este trabajo no se considera como actividad económica, debido a que no se recibe remuneración por él. Sin embargo, en 2018 las labores domésticas y de cuidados registraron un nivel equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que representó el 23.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Además, el 75.1 por ciento corresponde a trabajo realizado por mujeres.
Por esta razón, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) llamó a reconocer el trabajo doméstico no remunerado como actividad económica y social, así como a reflexionar sobre la necesidad de su redistribución para eliminar la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres.